Y..

Seguiré imaginando que tu risa
habitará cientos de rincones donde yo no estaré.
Y que habrá infinitos segundos
en los que nada sabré de ti.
Y que no miraré allí
hacia donde se dirige tu mirada.
Y que contemplarás lunas y soles
extraviando pensamientos
que no me incluirán.
Y llegará el día que ya nada sabré de ti
e inventaré al fin una historia perfecta.

Te olvido

Inexorable es el olvido.
Muy a mi pesar el corazón que late encuentra su sosiego,
dejando tras de sí un hueco sombrío al que no desea volver.
Muy a mi pesar tu rostro se diluye en otros rostros
y su evocación ya no desata aires de ternura.
Te quito el peso de mi urgencia.
Te libero de la carga de mi amor.
Te absuelvo de toda crueldad
y dejo que te vayas por el camino de los sueños,
hacia ese rincón de donde nunca debí sacarte.
No quiero seguir mirando el almanaque
para saber qué día fuí felíz.

Anzuelos

La vida de un sujeto sin un anzuelo es simplemente
una vana sucesión de minutos que se apilan y amontonan
para formar una existencia dudosa...

Hay días

Hay días en los que el engaño funciona.
Sustituímos, negamos, proyectamos,
repudiamos y ejecutamos los más asombrosos procesos
de los que nuestra maravillosa máquina mental
es capaz de realizar.
Hay días en los que somos capaces
de convertir en poderoso estímulo
al origen de nuestros tormentos,
y el mundo se nos ofrece generoso,
y creemos no tener límites.
Hay otros días en los que duele cada centímetro de cuerpo
y cada sílaba y cada suspiro,
y el mundo parece acabarse justo
un segundo antes de nuestro próximo paso.

Estaré

Estaré cuando septiembre no respire primaveras.
Cuando los ríos de soles no alcancen a entibiar un recuerdo,
ni a alumbrar nuevas dichas.
Estaré para evitar que huyan los pájaros y las risas.
Para brindar por dolores, mecerte en el viento
y dibujarnos alas.
Estaré simplemente cuando ya no sienta,
y cuando el universo sea tan simple como un nombre.
Estaré cuando respire aroma de jazmines.
y como una condena
ahí estaré para pensar en vos.

Segundos

La muerte infinita de los infinitos segundos
en los que se escurre la vida, pasa frente a mí.
Incontables segundos agonizantes de sueños
huyen a hacia su muerte.
Estrategias estériles para insuflar aire
a lo que inevitablemente se apaga.
Intento parir segundos vivos.
Intento hacerlos latir,
encender el fuego que los entibie.
Pero siguen ahí,
huyendo implacables hacia su muerte
que es la mía.
Los veo partir rebeldes,
me dejan y se van sin culpa.
Con la lentitud engañosa que enmascara su vértigo.
Con la frialdad de quien se sabe victorioso.
Con la crueldad de quien se sabe impune.
Y yo sigo aquí,
mirando el baile de esa hoja
que cumple su destino al caer desde su ser árbol
a su no ser más que basura que otro pisotea.
Como miro a esa gota que en este momento
ha dejado de ser lluvia
para caer en el vidrio
y ser fatalmente expulsada al olvido.

Estiercol

Tengo la edad que tienen mis sueños.
Algunos, demasiado jóvenes, sólo pretenden
no levantar la mirada de su ombligo.
Otros, ya cansados, soñaron los sueños de Lennon.
Sigo buscando mi unicornio,
aunque hoy tenga la certeza de su muerte.
No puedo sostener más los sueños ajenos,
porque entendí que eso es tarea de cada soñador.
Naufragué finalmente y Wilson se fué, debo aceptarlo.
No sé si soy incomprendida, o incomprensible.
Cuando la tierra se abre bajo nuestros pies hay que saltar.
Es la única forma de poder luego construír un puente.
El humano se empeña en regar la mierda,
sin darse cuenta que vive en un mundo de estiercol.